jueves, 20 de agosto de 2009

Somaliland


Al norte de Somalia existe un país ignorado por todos y reconocido por nadie. Un ejemplo de afán de superación, de aplicación de medidas que pueden enderezar la región más depauperada del mundo. Somaliland, se llama. Pero ningún país lo reconoce como Estado.
Para explicar los orígenes de Somaliland, hay que viajar un par de siglos hacia atrás en el tiempo, hasta la época de la colonización de África. Como podéis ver en el mapa de arriba, Somalia tiene forma de 7 y se extiende por la costa del cuerno de África. Pues bien, la zona norte, actual Somaliland, fue colonizada por los ingleses, que trataron a los clanes indígenas bastante mejor que los italianos, quienes, por su parte, colonizaron el resto del país. Los clanes, hasta la llegada de los europeos, solucionaban sus problemas entre ellos (con algunas luchas entre guerreros por robar cabras y cosas así) en una sociedad hiperregularizada, y nadie meaba fuera del tiesto sin que le cayera una colleja de los ancianos de los clanes. Pero los italianos acabaron con ese equilibrio, premiando a los clanes que les eran de ayuda y castigando a los desafectos. Los viejos perdieron su papel de jueces. "¡Bravo, la Justicia no debe ser impartida por unos cuantos salvajes caprichosos!", podréis pensar. Sigamos...
Tras la descolonización (allá por 1960), un tirano, el general Mohamed Siad Barre, ocupó el poder y tonteó con yanquis y soviéticos por igual, acumulando un arsenal gigantesco y variado. Era un tipo brutal, pero hoy en día muchos somalíes, inmersos en la miseria y el caos, añoran su época de orden impuesto con puño de hierro. El tipo gobernó durante unos 20 años, hasta que inició una absurda guerra contra Etiopía. En 1991, milicias del clan Hawiye, uno de los más importantes del país, lo expulsaron de la capital, Mogadiscio. Desde entonces, Somalia sólo ha conocido el caos.


Las potencias han abandonado la nación y sólo la ONU y algunas ONG se encargan de suministrar la ayuda humanitaria gracias a la cual sobrevive la población local. En el país, nido de piratas, supuestamente gobierna el TFG, una frágil alianza apoyada por la ONU, pero se tiene que enfrentar continuamente a Al-Shabaab, una organización islámica radical vinculada a Al-Qaeda que consigue cada día más milicianos reclutándolos entre los chavales pobres por 150 dólares al mes, dinero con el que pueden mantener a toda su familia. La gente sólo se preocupa por sobrevivir, que bastante es, y ambos bandos causan bajas civiles indiscriminadamente en sus ataques contra el enemigo. La estabilidad, repelida una y otra vez por la extrema pobreza, parece un sueño inalcanzable.
Ahora, veamos Somaliland.


En 1991, los clanes del norte de Somalia proclamaron su independencia del resto del país y se dedicaron a intentar hacer las cosas de otra manera, pese a contar con los mismos problemas que sus vecinos del sur (extrema pobreza, violencia, desertificación causada por los pobres que arrasan los bosques para venderlos como carbón...). La ONU no los reconoció como país y sigue sin hacerlo, deseosa de que siga unida a Somalia y ayude así a sacar al Sur de la pobreza. En 1996, los ancianos de Somaliland se reunieron y, para empezar, prohibieron las armas. Se sentaron en el campo y todos dejaron sus armas bajo un árbol mientras discutían.


Llegaron a muchos acuerdos, crearon su propia moneda, limpiaron su puerto de piratas, crearon una constitución y han conseguido mantener la paz. Son 3,5 millones de habitantes, centrados todos en prosperar. En 2005 celebraron elecciones libres y los observadores internacionales aseguraron que fueron limpias y tranquilas. ¿Por qué no apoyar a esta nación? ¿Por qué los organismos internacionales siguen echando dinero a la caótica Somalia y no ayudan a Somaliland? En el futuro... o Somalia saldrá adelante junto a sus vecinos del norte o Somaliland se hundirá, arrastrada por sus vecinos del sur.